jueves, 7 de agosto de 2014

Los transportistas de asistencia en carretera denuncian la situación de abuso que soportan por parte de las empresas aseguradoras.


Según la información facilitada por la Asociación Empresarial de la Comunidad de Valenciana de Asistencia en Carretera, integrada en FENADISMER, el sector del transporte de asistencia en carretera viene soportando en los últimos años una situación de permanente abuso e imposición de condiciones por sus clientes, las compañías aseguradoras, como se refleja a continuación.

REVISTA TRANSPORTE Y LOGÍSTICA - 07/08/2014
  Así, un Juzgado de Elche ha condenado recientemente a un grupo empresarial por tener a sus trabajadores del sector de asistencia en carretera, sometidos a jornadas insoportables de 24 horas diarias “con total disponibilidad durante las 24 horas del día”, de manera que además de “las 10'5 horas de presencia en el lugar de trabajo y haciendo labores de conducción”, estaban “otras 12 horas a total disponibilidad de la empresa para ser llamados y prestar servicios efectivos”, “disponible a cualquier llamada que se le realizara para prestar servicios efectivos”. 22 horas y media de ocupación diaria no es ni concebible ni fácil de llevar. Pero existe muy cerca, sin necesidad de tener que asomarse a esa otra realidad más lejana.

Existe y ha sido denunciado, y se han acompañado informes médicos de los trabajadores en los que se llega a afirmar por el perito en medicina laboral que:

“se trata de un trabajo con un desmesurado horario laboral, que impide el descanso necesario al trabajador para poder desarrollar su trabajo con mínimo de seguridad y eficacia exigibles, procurándole a éste de un agotamiento físico y psíquico que ponen en peligro tanto la salud del trabajador como la de terceras personas ya que se trata de trabajos de asistencia en carretera”.

“… ante estas condiciones laborales tan duras… el trabajador se encontraba agotado física y psíquicamente. No encontraba el apoyo necesario en la empresa por parte de los superiores sino lo contrario, exigencias cada vez mayores, de modo que fue entrando paulatinamente en un proceso de ansiedad y depresión que le impedía cada vez más el desarrollo de su trabajo. Así es dado de baja por un proceso psiquiátrico, siendo diagnosticado según informe de la Unidad de Salud Mental de la Mata, con fecha de1 de julio de 2011 de Trastorno de Adaptación con Alteración Mixta de las Emociones y de la Conducta reactivo a problemática laboral…”.

“…La causa principal, un horario laboral desmesurado que no permite en el trabajador descanso y que supone un alto grado de estrés constante, es por sí misma la causa necesaria y fundamental para el desarrollo de la patología ocurrida…”.

La mayoría de los empresarios del sector de asistencia en carretera se ven compelidos y condicionados por culpa de la insoportable presión con la que se ven obligados a organizar su actividad. Lo que ocurre muy especialmente en sectores dominados por grupos económicos poderosos, como las compañías de seguros.

Hace nueve años se pudo comprobar en España el problema social que vienen sufriendo los empresarios de grúas de asistencia en carretera, cuando los gruístas fueron a la huelga y más de 10.000 vehículos diarios quedaban sin atender en las cunetas de las carreteras españolas en plena vuelta de vacaciones.

Era una manera pretendidamente eficaz de pedir ayuda por parte de un sector absolutamente dependiente de las poderosas aseguradoras, reivindicando su dignificación profesional tras una enquistada postura inquebrantable de las entidades de seguro del automóvil. Como el mensaje escondido en la etiqueta. Porque el mecanismo de presión empleado por las aseguradoras es repetitivo: cuando logran fidelizar una relación contractual con el gruísta y fijar su dependencia económica, para lo que el empresario de la grúa necesariamente habrá materializado una extraordinaria inversión en su adaptación a las necesidades del servicio que se le viene ofreciendo y exigiendo, su capacidad negociadora deviene nula. La aseguradora amenaza con una reducción drástica de los servicios, de manera que, o se accede a las pretensiones, aun siendo ajenas a lo establecido en el contrato, o se prescinde del proveedor. En la generalidad de los casos en que se ha materializado la amenaza por la negativa del gruísta, la propia aseguradora insta la implantación de nuevos proveedores en la zona, o entrega los servicios a otros competidores, incluso con condiciones más ventajosas. Sin duda porque la actividad de la empresa de asistencia depende exclusivamente de los servicios de las aseguradoras, que dominan el mercado de la asistencia en carretera.

La causa de su reivindicación no era sólo el precio medio que se cobraba por un servicio medio de apenas 20 euros, una cantidad absolutamente insuficiente para cubrir gastos. No sólo era que se trabaja así por debajo de coste –hay al menos tres informes de distintas Universidades españolas que así lo han certificado-, es la falta absoluta de confianza de estas aseguradoras con el empresario de asistencia, pues son incapaces de garantizar ni un número mínimo de servicios, ni un precio que cubra el coste del servicio. A cambio, eso sí, pactan en contratos de adhesión la absoluta disponibilidad del gruísta para con la aseguradora, las 24 horas del día, los 365 días del año.

¿Conocen las compañías cómo hacen trabajar y en qué condiciones a sus gruístas proveedores? Claro que lo saben, desde luego a través de sus jefes de proveedores. Pero además, hace nueve años, cuando fueron a la huelga los gruistas, el Gobierno propició una Mesa Sectorial constituida al efecto entre los gruistas y UNESPA (asociación de entidades aseguradoras), y se tuvo ocasión de tratar de forma pormenorizada todas estas cuestiones (costes, tarifas, dependencia, etc.). Había que acabar con tanto coche tantos días en las cunetas. Incluso se encomendó la confección de dos informes sobre costes que confirmaron el desfase negativo, sin que a día de hoy haya sido adoptada ninguna medida de solución más que para afianzar aún más si cabe la posición inquebrantable de las aseguradoras. Es más, quienes encabezaron estas iniciativas en defensa de sus legítimos intereses sufrieron represalias en sus relaciones contractuales.

Bien es cierto que la Audiencia de Alicante ha condenado recientemente también a una compañía aseguradora -en concreto- por una conducta abusiva sobre su proveedor, anulando una cláusula del contrato de adhesión que obliga al gruista a estar disponible a todas horas, sin que la aseguradora tenga obligación de garantizar el más mínimo número de servicios. Hay que estar disponible cuando te llame y te puedo llamar cuando quiera y las veces que quiera: una, diez o ninguna.También se les condena a indemnizar cuando prescinden sin más del gruísta. A los transportistas del sector de asistencia en carretera les queda la justicia. Pero empieza a ser deseable que este problema no tenga que resolverse en los Juzgados.

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