Por un lado, explica Hallé, están los grupos chinos que buscan una inversión hotelera inmobiliaria. “Son posibles compradores que se interesan por activos potentes que les den representatividad, manteniendo la propiedad y acompañados por gestores profesionales, que les llevarían su activo. Esto ya ha pasado en Londres y París, donde vemos hoteles de 5 estrellas que son propiedad de sociedades chinas”.
Después hay otro perfil que está interesado sobre todo en adquirir una marca importante, de prestigio internacional, preferentemente de lujo. “En este tipo de casos no están interesados en quedarse las piedras, sólo quieren la marca como tal, porque son muy marquistas. Quizá podríamos ver alguna operación de este tipo en los próximos meses en Europa o en Estados Unidos. Ellos pagarían por la marca, lo que exigiría hacer una valoración muy especial sobre cuál es su valor y no el de las piedras”, indica este consultor.
¿Y por qué los grupos inversores chinos han comenzado a fijar su atención en la industria turística? “En primer lugar es una decisión estratégica a nivel de gobierno de Pekín, debido a que tienen que sacar dinero fuera del país e invertirlo en el extranjero. Por lo tanto, dentro de las diferentes industrias que examinan ven la hotelería como un sector bastante estable, una inversión interesante y recurrente. Y si ya te planteas inversiones en turismo, evidentemente España está entre los principales destinos del mundo, independientemente de si ese hotel recibirá turistas chinos o no”.
Ahora bien, ¿será fácil para los hoteleros españoles negociar con los inversores chinos, teniendo en cuenta las diferentes culturas e idiosincrasias? “Es algo muy complejo, es cierto... Las negociaciones con un inversor chino son muy diferentes, no tienen nada que ver con un occidental. Pero si eres propietario de un activo y ellos están interesados en ese activo, al final hay negocio por encima de todas las culturas. Posiblemente hay que ser muy paciente en este tipo de negociaciones y contar con muy buenos asesores con conocimiento de la cultura oriental, que es básico”.
Productos más demandados
También Edward Farrelly, director de Desarrollo de Negocio de la consultora inmobiliaria internacional CBRE España, remarca el interés creciente de los inversores chinos por entrar en España, una tendencia que se ha acentuado durante los últimos meses. Es más, “hace un año el gran reto fue atraer el capital chino, pero ahora es encontrar el producto adecuado para atender el auge de demanda”.
“Las razones de este creciente interés son varias, destacando los inicios de la recuperación económica, unos precios por metro cuadrado asequibles y el visado de oro o permiso de residencia para los extranjeros que compren vivienda de más de 500.000 euros”, añade.
En este sentido coincide con Luis Arsuaga, director de Jones Lang LaSalle Hotels & Hospitality Group España, quien señala que “los chinos están interesados en inversiones en el sector hotelero porque tienen la impresión de que es buen momento y los precios han bajado”. Prueba de ello es que “el hombre más rico de China, Wang Jianlin, presidente del grupo Dalian Wanda, planea invertir en España, con la adquisición de un hotel y en el sector de ocio”.
Detrás de este interés se encuentra, según afirma Inmaculada Ranera, directora general de Christie+Co para España y Portugal, el “encontrar productos que se adapten a las necesidades de los turoperadores que tienen los turistas chinos, cuya clase media tiene cada día más capacidad para viajar a destinos como España. Habitualmente buscan zonas consolidadas, ya sea en destinos turísticos como Baleares o en ciudades como Barcelona o Madrid. Dichos establecimientos pasan a ser comercializados exclusivamente para turistas procedentes de ese país. También hemos tenido demandas para encontrar algún establecimiento que pueda adaptarse a una posible reconversión en residencia de tercera edad en algún destino vacacional”.
Procedimiento a seguir
La cultura china, como apunta Arsuaga, “valora especialmente la confianza. Por ello es habitual que los empresarios apuesten inicialmente por contratos de colaboración o joint venture, que se pueden transformar en una adquisición si la relación es fructífera”. Además, explica, “no conocen bien el mercado y se dejan asesorar por compañías locales que sí lo dominan; también por algún grupo chino que ya lleva algún año implantado en España -banca privada-, y empieza a conocer el mercado y sus principales protagonistas”.
Los procedimientos no están claros para nosotros todavía, según reconoce Ranera, pero “la mayoría de inversiones tiene que pasar por la aprobación de un comité central del Gobierno chino, por lo que los procesos son largos”. A pesar de ello, indica Farrelly, “el inversor chino tiene capacidad para actuar muy rápidamente, aunque con unos estudios previos en condiciones. Su proceso de due dilligence puede ser muy riguroso, pero ágil”.
Tendencia creciente
Aunque es una tendencia al alza, según admite Ranera, “quizás estamos en un momento todavía preliminar, por lo que no es fácil predecir cuál será su comportamiento”. Para Farrelly “dependerá en gran medida de la oferta. Estos inversores buscan producto prime de calidad pero los propietarios prefieren no vender producto con estas características. En cuanto a joint ventures u operaciones corporativas, la tendencia es a tener un control mayoritario”.
Lo que sí es cierto es que todas las previsiones apuntan a que China será en 2020 el principal mercado mundial emisor de turistas, como recuerda Arsuaga. Para entonces “parece ser que recibiremos alrededor de un millón de turistas chinos. Baleares puede ser uno de los principales destinos, aunque de momento los más elegidos en España son Cataluña, Andalucía y Madrid”.
Con la nueva legislación del llamado “visado de oro”, añade, “veremos más chinos viajando a España y más compras de chinos en el sector inmobiliario afectando, positivamente, a sectores tan diversos como el residencial o el hotelero”.
Fuera del ámbito español, según Arsuaga, “se muestran muy interesados y estudiando proyectos, los llamados activos trofeo, en París, Londres y Nueva York”. Asimismo, concluye Farrelly, “están muy activos en toda Asia, sobre todo en Hong Kong y Singapur, y también en Australia”.
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