
Ayer día 2 de junio, día de la abdicación del rey Juan Carlos I de España,
fue un día muy interesante para reflexionar sobre la velocidad de transmisión de
la información y la forma en que las industrias tradicionales se adaptan a ella.
A primeras horas de la mañana, algunas personas empezaron a comentar en Twitter
que el presidente Mariano Rajoy había convocado una rueda de prensa a las 1o:30
para un asunto aparentemente importante. Las especulaciones comenzaron
inmediatamente, y mientras algunos empezaban a comentar las distintas
posibilidades – crisis de gobierno, anuncio de medida económica, etc. – llegó
Jose Antonio Zarzalejos, uno de esos periodistas “de los de toda la vida”, de
auténtico oficio, y ex-director del ABC en dos etapas distintas de su vida, y
publicó un artículo en El Confidencial en la que afirmaba que la inminente rueda
de prensa del presidente del gobierno tenía como motivo anunciar la abdicación
del monarca.
Si no te ha extrañado nada de la frase anterior, repítela despacio:
Zarzalejos, ex-director y pilar fundamental durante mucho tiempo de la
estructura del medio considerado extraoficialmente como la auténtica “gaceta de
la corte”, anuncia la exclusiva más jugosa de toda la historia reciente del
periódico… en El Confidencial, un medio que se publica exclusivamente online. En
el ABC (que por supuesto hoy ha abierto a doble portada con una foto del rey),
los cabezazos contra las paredes debieron estar a punto de poner en peligro la
integridad estructural del edificio. Debe ser como que se case la hija de tu
jefe, y la exclusiva la dé otro…
Cuando Mariano Rajoy salió a hacer su anuncio, el supuesto secreto ya había
sido no solo filtrado por El Confidencial, sino comentado desde todos los
ángulos y puntos de vista posibles en Twitter – y en las barras de todos los
bares. Si estabas asomado a esa ventana permanente del pulso informativo que es
Twitter, la comparecencia de Rajoy ya solo tenía el interés de ver el tono y las
formas del anuncio. Los medios tradicionales, no obstante, se pusieron a
trabajar… ¡para sacar una edición vespertina! Sí, de nuevo, repite conmigo: una
edición vespertina, una tirada especial de un periódico destinado a llevar a los
quioscos lo que todo el mundo estaba ya harto de saber. Edición extraordinaria
en papel…
are you from the past? ¿Colas en los quioscos? No me espero
demasiadas, la verdad, salvo que quienes las hiciesen saliesen después corriendo
para no perder el turno en la cola del geriatra. Al tiempo, empezaron a tratar
de posicionar sus titulares con estrategias diversas de SEO. Demasiado tarde: la
información sobre la abdicación del rey no se movió a velocidad de titulares ni
de buscadores… se movió a velocidad de
hashtag.
La concepción de que es preciso poner en marcha la maquinaria logística de un
periódico para hacer una tirada vespertina, que lleve a los quioscos lo que todo
el mundo ya está harto de saber, es algo que representa claramente a los
directivos de los medios tradicionales. ¿Qué tipo de valor piensan que aportan
con ello? ¿Realmente piensan que la gente pretende “coleccionar” la edición
especial como “parte de la historia”, para que amarillee en una pila de papeles
que enseñar a nuestros nietos? ¿O que de alguna manera alguien – que viva en una
cueva y se alimente de carne cruda, digo yo – va a pasar por delante de un
quiosco a las seis de la tarde y va a decir eso de “¡anda, mira las portadas, el
rey ha abdicado!”?
El hecho de que haya sido El Confidencial, uno de los medios que ha logrado
hacerse su hueco dentro de las rancias estructuras tradicionales del periodismo
español, el que publicase primero la noticia del día, debería hacer reflexionar
a mucho de esos directivos. ¿Cuánto valor añadido generas cuando ni siquiera un
periodista “de los de toda la vida” acude a una cabecera tradicional a publicar
esa noticia, y prefiere en su lugar dirigirse a un medio “de nuevo cuño” a
filtrar la noticia del día? (“nuevo cuño”… tan nuevo como esas “nuevas
tecnologías” de las que con temor reverencial hablan algunos… El Confidencial
lleva en esto desde febrero de 2001, ¡más de trece años!)
¿Realmente lo has hecho bien cuando
por la razón que sea no es tu
medio, a pesar de suponerse el mejor informado en ese ámbito, el que lo publica?
¿Cuando la discusión sobre el tema no tiene lugar en tus páginas ni en tus hilos
de comentarios – sí, esos que los periodistas tradicionales directamente
desprecian – sino en una red como Twitter? Ah, y ¿cómo quieren los medios
tradicionales paliar su inadaptación al medio internet? No nos lo perdamos,
porque tiene delito: cobrando un canon a los medios en la red que difunden y
comentan las noticias. Un canon, volvamos a contener la respiración… ¡calculado
en función de las pérdidas de cada medio, como una manera de “premiar” su falta
de adaptación y la ineptitud de sus directivos! De verdad… ¿por esto queréis
cobrar? ¿O simplemente es que para redondear vuestras maltrechas (con razón,
visto lo visto) cuentas de resultados, habéis decidido vender vuestra línea
editorial al gobierno y poner en la calle a los directores díscolos, como quien
vende su primogenitura por un plato de lentejas?
La moraleja del día de ayer es más que clara: si quieres estar informado,
asómate a Twitter, lee medios digitales… pero olvídate de los medios que aún
piensan en papel. Porque, sencillamente, se mueven a la velocidad que el papel,
ese medio que alguien tiene que imprimir en rotativas y transportar en
camionetas, les permite. A una velocidad completamente absurda y carente de
propuesta de valor en el mundo de hoy. No es una cuestión de minutos ni de
horas: es cuestión de estar a la altura, de redefinir tu trabajo adecuadamente
para adaptarlo a los tiempos. Ya lo sabes: si te quieres informar, no vayas a un
quiosco: simplemente, mete la mano en tu bolsillo.